LA LITERATURA ESTÁ EN LA VIDA

Siempre me gustaron los balcones.
El balcón te permite elegir tu exposición. Es un espacio interior que se asoma al exterior. Que se muestra y se reserva.
Hay días que lo utilizas de observatorio. Miras sin ser visto, entre visillos, manteniéndote resguardado.
En días señalados, el balcón se abre de par en par. Voluntariamente te muestras, te haces presente, se convierte en un espacio público, de participación y comunicación.
Los hay engalanados y humildes. Primaverales y veraniegos.
Solitarios y concurridos. Ocupados por objetos, plantas, enseres y personas.
Descarados y discretos.
Mi imaginario me lleva al balcón en el crecí: más bien pequeño, cercano a la calle, tanto que se puede dar la mano al amigo reencontrado, hablar en susurro y compartir risas y confidencias. Pero que llegada la noche se cierra a cal y canto.


viernes, 18 de marzo de 2011

CULTURA DE TRADICIÓN ORAL


El Romancero
Para entender la importancia y trascendencia de la cultura de tradición oral hemos de conocer sus orígenes. Y para ello hay que acudir al romancero.
Son diferentes las teorías sobre el origen del romancero español, aunque Ramón Menéndez Pidal mantenía la tesis de que los romances habrían surgido de la fragmentación de las grandes epopeyas medievales o cantares de gesta, tales como el “ Mio Cid”. En este proceso, los cantares de gesta, cantados por los juglares, circulaban no sólo en las cortes aristocráticas
sino también en las plazas de pueblos y aldeas. Es así como todos sus pobladores escuchaban los episodios más importantes y repetidos, los memorizaban y los volvían a contar. De esta manera se fueron transmitiendo oralmente de padres a hijos, a la vez que los juglares continuaron cantando y contando éstos hasta hace pocas décadas. A medida que estos pasajes se popularizaban las gestas se redujeron a fragmentos independientes, con su propio tema y unidad de estructura, tras múltiples refundiciones.
Los intelectuales del siglo XIX, impregnados de los valores románticos, abrazaron con gran interés el legado aún vivo, denominando como "pueblo poeta," a la línea de cantores
y oyentes anónimos que a través de los siglos fueron “autores” del romancero. Menéndez Pidal,
consciente de que estas manifestaciones orales de la épica no existían en ninguna otra cultura
(salvo la yugoslava), comenzó su estudio y recopilación, lo que culminó con la publicación de
“El Romancero hispánico” (1953)
La vitalidad del Romancero español fue enorme; no sólo perduró en la tradición popular
transmitiéndose oralmente hasta la actualidad, sino que inspiró muchas comedias del teatro
clásico español y europeo así como a grandes poetas contemporáneos como Unamuno, Juan
Ramón Jiménez o García Lorca.
Sin embargo, en la actualidad y tras los cambios sociales que se han producido en las últimas
décadas del siglo XX (emigración, abandono del mundo rural y aculturación, urbanismo al
servicio de los coches…), este legado peligra. Sólo hemos de poner atención y escuchar lo que
cantan, lo que cuentan, o a lo que juegan nuestros niños.
Y observar que una peligrosa desmemoria colectiva nos acecha.
Para saber más

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